De Montserrat a Monserrate

febrero 25, 2006

Especialista en salchichas

Estimado Juglar.

Veo con sorpresa la espectación causada por un comentario suyo de su blog "especialistas en salchichas" (País de oportunidades). Cierto es que cada cual se sabe lo suyo, y por ello sus compatriotas han reaccionado mayoritariamente con irónica indignación. Yo también me cabrearía como una mona si, encontrándome en proceso de búsqueda de trabajo, me enterase casualmente de semejante oferta.

Pero debo añadir que la distancia me premite otro tipo de análisis: muy posiblemente, la intención del polémico cartelito fuera el conseguir la excelencia del producto.

Déjeme que me explique. A priori, el proceso de cocción de un hot-dog es de una sencillez supina, cierto, pero habitualmente el cuidado en los pasos más tontos de un trabajo es lo que marca la diferencia entre la excelencia y la mediocridad. Más cerca de mi geografía conozco el caso del café, y no comentaré esta vez el calvario que me supuso la caza del spresso en Bogotá (puede usted leerlo en catalán o en español, como prefiera). Aquí, en Barcelona, acostumbran a encargar la elaboración del café al más novato de la casa. Así pues, es también muy habitual que el café sea todo lo penoso que se pueda esperar y que si uno quiere asegurar el tiro mejor que vaya directamente a establecimientos especializados como lo que en Bogotá sería una cafetería Juan Valdez. En Italia, en cambio, el spresso es un objeto de culto y antes muertos que dejar la cafetera en manos indignas. Es más, dicen que lo habitual es que sea el más experto de la casa el encargado de destilar el negro y espeso néctar.

Por eso quiero pensar que el dueño de aquel local del cartelito quería convertirse en un referente de calidad en hot-dogs en vez de lo que opinaron los malpensantes: que era un acto de prepotencia del dueño ante la interminable cola de candidatos a darle vueltas a la salchicha.

Por otra parte, coméntame mi señora que me fije en la gran diferencia entre ser un cliente europeo-mediterráneo y serlo latino: nosotros buscamos la excelencia en la comida, y ustedes en la música. Por eso cada uno interpretó a su manera el cartelito de marras.

PD: también es aclaparadora la diferencia en el personal de servicio, pues a pesar de que a mi carácter arisco le resultase agobiante lo servicial del camarero colombiano, debo romper una lanza en honor de todos ellos/as recordando también tanto camarero/a compatriota que parece haber nacido con cara de vinagre.