De Montserrat a Monserrate

marzo 16, 2006

Azul, verde o marrón...

... un cabrón es un cabrón.

Esta es la consigna que, sin acabarla de suscribir del todo, me vino al recordar de nuevo nuestras dos ciudades, empezando las dos por "B". Los colores, e insultos, de la consigna son para la policía que uno puede, o podía, encontrarse a lo largo y ancho del territorio español.

Sepa a modo de puntualización que azules son la Policía Municipal (los que a lo sumo te ponen multas de tráfico), verdes la Guardia Civil (militares metidos a policía, estos ya más en serio) y marrones eran la Policía Nacional (nacional de España, cómo no). Digo "eran" por que la democracia los acabó poniendo de azul invalidando la consigna. Y cabe decir que Franco les vestía de gris cuando se entretenían persiguiendo por la calle estudiantes, sindicalistas y demócratas de diverso pelaje.

Pero me estoy desviando del tema... Azules, eran azules los tres policías que ví juntos al salir hoy del tren camino del trabajo (puede contarle a sus paisanos que un servidor es como si fuera al trabajo en Transmilenio). Sí, tres, cifra inaudita, con furgón incluído!

Y recordé entonces la típica estampa bogotana en que los policías iban y venían en múltiplos de cinco. Y sí, me pasaba los días alarmado al ver tanto uniforme junto. Y es que debo aclarar que, a pesar de no haber tenido nunca problema alguno con uniformados (incluso me libré del Servicio Militar), vivo en un entorno en que la policía son pareja (de hecho) y el verlos convertidos en un trío más que morbo produce preguntarse: ¿Qué cosa tan grave estará pasando?

Recuerdo también a mi suegra, rola de pro sin llegar al chirrido, le quitaba contínuamente importancia hasta conseguir que lo aceptara como algo normal del lugar. Y tanto lo consiguió que acabé por convencerme que tanta presencia uniformada, tanto policía junto por la calle, tanto vigilante empistolado en cada tienda, tanto control de bolso entrando en centros comerciales y estaciones de Transmilenio... Todo eso era en parte, sólo en parte, consecuencia de un recuerdo de malos tiempos en que la violencia te esperaba a volver cada esquina sin importar el barrio.

De eso me convencí en parte por que no ví nada realmente peligroso en el mes que me pasé en Bogotá, por que Colombia se merece que sea verdad mi deseo y por haber recibido un trato exquisito de todo uniformado que me encontré, aunque fuera quizás por la ventaja de ser como un poco gringo.

Atentamente,
Lobisome

P.D.: déjeme puntualizarle que los policías que me despertaron el temor y el recuerdo no eran de ninguno de los cuerpos de seguridad antes mencionados, sino Mossos d'Esquadra, los "buenos" según a quién preguntes y que están desplazando ese color verde y apropiándose de casi todo el azul del territorio catalán.

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